13.3.10

Rimbaud añoraba la infancia, quería agarrar cielos rojos y clavarlos en las paredes de las habitaciones de hotel. Escupir a los viejos que se emborrachaban en el bar, saltar sobre los cuerpos desnudos en playas doradas, correr en todas direcciones cuando la tarde caía dentro de las farolas. Rimbaud amaba a Verlaine pero Verlaine le disparó en una mano. Rimbaud se arrastraba por la noche como un vagabundo borracho, miraba el atardecer tumbado en la hierba, hablaba de campos hermosos o de su madre, se burlaba de los demás poetas, esperaba el amanecer como un perro callejero. Rimbaud escribió ángeles y fiestas, sueños y cielos profundos, palacios y bosques, niños y ahorcados, bailes e inviernos. Verlaine le llamó el poeta de las suelas de viento. Rimbaud amaba a Verlaine pero Verlaine le disparó en una mano.


Texto: Juan Bello

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